Cuando se habla de los textos en papel Biblia, puestos a evocar las joyas de la edición pretérita, suele pensarse en la colecciones de editorial Aguilar. Sin embargo, junto a los crisoles, crisolines y la biblioteca de Premios Nobel -los papel Biblia de Aguilar de mi tesoro- conservo con igual primor sus pares de Plaza & Janés: los Premios Pulitzer, los Goncourt y Los Clásicos del Siglo XX. En esta última colección tengo las obras completas de Rudyard Kipling, las de Thomas Mann y las de H. G. Wells. Después de haber leído en la adolescencia las grades novelas de Wells con la natural avidez -La máquina del tiempo (1895), La isla del doctor Moreau (1896), El hombre invisible (1897), La guerra de los mundos (1898)-, volví a él en octubre de 2000. Pero la obra elegida, Doce historias y un sueño (1906), no fue una lectura tan placentera como las de mis primeros años, cuando Wells -junto a mi entonces dilecto Hermann Hesse- era uno de mis favoritos. Es más, Julio Verne, al que releo con cierta regularidad desde que me hice con la edición completa de los Viajes extraordinarios en 1987, me resulta mucho más divertido. Ahí van, en cualquier caso, las notas que tomé entonces, en octubre de 2000, de mi rencuentro con uno de mis favoritos:
Esa ciencia ficción, cuya paternidad suele atribuirse a Wells junto con Julio Verne, no preside en modo alguno estos relatos. Sin embargo, estas páginas también son representativas de su autor. Ello se sigue al considerar la faceta idealista de Wells -sus ideas socialistas, su pertenencia a la sociedad fabiana-, de la que se desprende la ingenuidad que encierran piezas como la última, El sueño de Armageddon (pág. 696). En ella la experiencia onírica de su protagonista, compuesta por unas vividas imágenes en las que el amor por una bella se entremezcla con los manejos en el partido al que Armageddon pertenece, sirve al autor para hacer toda una apología de la honestidad en política. Ésta, al igual que tantas otras, es una historia referida por su protagonista a un interlocutor -casi siempre compañero del clásico club inglés- en los que será uno de los procedimientos narrativos más frecuentes en su autor.
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Publicado el 24 de diciembre de 2014 a las 10:00.